Por Silvia Carradori.*
La Marcha Mundial de las Mujeres se unió a otras organizaciones feministas para defender los derechos de las mujeres. Dos horas de marcha por la soberanía del cuerpo y la tutela del territorio.
El pasado 25 de noviembre Santiago fue escenario de la marcha anual en el Día Internacional para la Eliminación de la Violencia hacia las Mujeres convocada por la Red Chilena contra la Violencia hacia las Mujeres. Los más de 50 femicidios que se cuentan en Chile desde el inicio del año, son un símbolo de la necesidad de seguir protestando contra una política y una sociedad que no protegen a la mitad de sus miembros, luchando para que las mujeres, así como los hombres, puedan ser dueñas de su cuerpo, de sus decisiones, de sus espacios.
Una tarde-noche de mucho viento ha recibido a cerca de 5000 personas, que decidieron homenajear a todas las mujeres que defienden sus derechos, los de todos y los de la naturaleza, con la memoria fija hacia las mariposas, las tres hermanas Mirabal asesinadas durante la dictadura de Trujillo en México el 25 de noviembre de 1960. Este año un pensamiento especial fue para Máxima Acuña de Chaupe y Mirtha Vásquez, ambas peruanas: la primera es activista en defensa de su tierra hacia los intereses económicos de la minera transnacional Yanacocha, la segunda es su abogada, recientemente afectada por una fuerte campaña de desprestigio.
La manifestación se desarrolló entre Plaza Italia y Los Héroes. En la Alameda, una de las calles principales de Santiago, con pancartas, rabia y voluntad hacia el cambio, también estábamos las activistas de la Marcha Mundial de las Mujeres – Chile (MMM). La MMM-Chile es una organización feminista nacida en 2007, que sigue las huellas del movimiento global lanzado oficialmente el 8 de marzo de 2000. Integra a mujeres de más de 90 países, cuyo objetivo es la eliminación de la pobreza en el mundo y de la violencia hacia las mujeres.
Participamos de este #25NOV denunciando especialmente dos aspectos de la violencia de género: lo cotidiano y el cuerpo como territorio autónomo. Celos, control, acosos callejeros o dependencia económica son ejemplos de una violencia que se manifiesta de manera más solapada, pero no menos grave, que en una agresión sexual. Todas son vulneraciones a la soberanía del cuerpo de las mujeres.
Muchos aspectos distintos para un solo tipo de acción: la discriminación basada en el género, que lleva a que la mitad de la población del mundo sufra mutilaciones, violaciones, exclusión de las decisiones, de la educación y de la propiedad. Es la evidencia de la cultura patriarcal, capitalista y neo-liberal, que transforma a la mujer en simple objeto sexual, incubadora sin posibilidad de renuncia a la maternidad, trabajadora oculta y no pagada en ámbito familiar.
Desde el año de su fundación hasta hoy, la MMM-Chile ha promovido muchas acciones de carácter feminista, participando de los encuentros internacionales de los movimientos sociales, coordinándose con otras asociaciones del territorio y denunciando la discriminación de género en el ámbito económico y social. Se han llevado al cabo talleres de capacitación internos y externos sobre economía feminista, violencia hacia las mujeres, consecuencias del modelo extractivista, derechos sexuales y reproductivos, entre otros. Además, cada seis meses se publica la revista ‹‹Ceres››, con artículos dedicados a un tema predefinido por el comité editorial y una parte final dedicada a poemas y micro-cuentos.
Siguiendo esa línea, la alianza entre la MMM-Chile y ANAMURI – Asociación Nacional de las Mujeres Rurales e Indígenas, ha sido crucial en la inauguración de la Escuela Nacional de Agroecología – Sembradoras de Esperanza en la localidad de Auquinco (VII región). Las mujeres, que ahí se formaron, trabajaron periódicamente en temas de feminismo campesino, agricultura y ganadería, territorialidad, modelos de desarrollo, soberanía alimentaria, conservación y cuidado de las semillas nativas.
Esta experiencia muestra cómo mujeres y territorio quedan unidos en una salvaguarda recíproca. El modelo patriarcal y capitalista ha optado por la destrucción de los recursos naturales y los comunes, por la apropiación de los alimentos de los pueblos, por la explotación del trabajo humano, relegando a las mujeres a un plano secundario, quitándoles el derecho a decidir sobre su cuerpo, sobre su alimentación y sobre sus tierras y territorios. Sin embargo, un nuevo movimiento de mujeres empoderadas y responsables de su futuro lucha para construir una alternativa a la violencia de género en todos sus aspectos.
El cuerpo como territorio para proteger de manera autónoma, el poder de decidir qué cultivar y comer, la independencia económica, el acceso a la educación y a la salud, son las bases de este reciente #25NOV y por ellas las mujeres de todo el mundo seguiremos marchando, en las palabras de la MMM, “hasta que todas y todos seamos libres”.
*Silvia Carradori es lingüista, escritora, candidata al Magíster en Literatura de la Universidad de Chile y activista de la Marcha Mundial de las Mujeres-Chile.
One Comment